Tengo ganas de llorar. A lo mejor es porque estoy cansada y está nublado y estoy en mi cama sintiendo entrar el aire frío por la ventana. Y es que aveces los días nublados me recuerdan tanto a tí, a tu mirada verde y gris, a la única vez en la vida en la que me he sentido segura de algo. Tengo ganas de llorar porque me di cuenta de que no importa qué tan lejos me vaya, los recuerdos se van conmigo siempre. Y quizá también sea porque el Sena y el francés y los Campos Elíseos tienen tu nombre y la promesa que sigue en el aire. Y en la cena con vino tinto, sales a relucir tú en un presente lejano y ajeno pero que extrañamente me hace sentirte cerca, vivo de nuevo. Y entonces me dan ganas de llorar porque sé que debería de estar tomando tu mano mientras camino por las calles de la ciudad del amor, que deberías de estar ahí tú y nadie más porque no hay nadie más con quien yo haya querido tanto estar en esta vida. Lo extraño es que entre esas ganas de llorar, hay una melancolía y una nostalgia que sólo se aparecen cuando eres tú el protagonista, y una extraña esperanza parecida al ruido que hacen las olas cuando les pega la luz del sol. Y ahí, entre esas ganas de llorar, mientras se me escapan unas cuantas lágrimas, me siento en las sillas verdes de nuestro café que hace tanto dejó de existir, un poquito en el pasado y un poquito en el presente, y cierro los ojos y sonrío porque me siento bien, porque aunque parezca imposible, aunque todo apunte en mi contra, los días nublados me hacen pensar que a tí y a mi todavía nos deben un final feliz.
Y que de alguna manera, algún día, lo vamos a tener.

"Do you know what time it is? You should be drinking coffee. You're a young guy. You know, it's none of my business, but if you could see what I see, you wouldn't be doin' this to yourself."
Dejo atrás mis gavetas casi vacías, unos cuantos papeles, periódicos, impresiones viejas. En mis cajones; mi cajita de tachuelas, tarjetas de presentación que ya no me sirven. El corcho de la pared ya está vacío, mis archivos quemados en dos DVD's. Es increíble como 5 años de mi vida hayan cabido en dos DVD's y una bolsa con unas cuantas cosas. Es increíble como la mayoría de las cosas que acumulé en esos cinco años ahora estén en la basura. Es increíble que casi no tenga recuerdos padres de los últimos dos años aquí. Adiós música fea de los de al lado. Adiós gordo insoportable, adiós Gran Tenor. Adiós dos horas de tráfico diario. Adiós comer sola. Adiós red del Conalep. Adiós horarios, adiós jetas. Adiós malos recuerdos, los buenos me los llevo conmigo. Me llevo los primeros años donde aprendí de todo, me llevo a las personas que valen la pena. Me llevo la caja de colores prismacolor, los plumones que me regaló el Millhouse, mis alebrijes, mi cuaderno de apuntes y garabatos. Me llevo las fiestas de fin de año, Acapulco, mis plumas favoritas, las veces que me quedé hasta tarde platicando con alguien. A mis amigos no me los llevo porque todos se fueron antes que yo. Ahora sí, todo está vacío. Ahora sí no hay pretexto pa' empezar de nuevo en un lugar mejor. Adiós, JWT, y gracias por todo, por cada minuto, bueno o malo, de los cinco años que pasé aquí.
El último que apague la luz.
Por qué será que te pienso tanto..?
Hablas otro idioma, vives en otro país, te llevo varios años de realidad y creo que en esta vida casi ni te conozco...
Y aún así, ahi has estado cuando nadie más estuvo. Cuando más necesitaba un amigo, una hora más adelante estuviste siempre.
Y me entiendes aunque no me sepa explicar del todo. Y cuando lloro, aunque no me ves lo sabes, y haces algún chiste para sacarme una sonrisa. No sé cómo le haces, pero siempre lo logras de larga distancia.
Con todos esos años menos, me sorprendes.
Y como no averiguo todavía cómo decírtelo ni sé si me atrevería, te dedico este post que sé que no verás nunca, y que aunque lo vieras no lograrías entenderlo.
Gracias.
Sigue ahi, conectado. No me abandones. Dame fuerzas.
Algún día acortaremos distancias.
No te conozco y sí, porque aveces no entiendo cómo juega la vida. Te encuentro en el lugar menos indicado, cuando menos lo espero y cuando menos te busco. Tú estás con tu amigo, yo con mi amiga y tu amigo empieza la conversación con un pretexto tonto pero tierno. Se me van las horas y se me pasan las copas, a final de cuentas estoy en una ciudad nueva buscando ese no se qué que tanta falta me hace y que me hace dejar de contar los tragos. Tu amigo no encuentra señal adentro del bar, quiere apuntar en su iphone mi mail y sale, pidiéndome que lo acompañe. Afuera hace mucho frío pero todo el alcohol en mi sangre me ayuda a no congelarme. Tu amigo por fin encuentra señal en su iphone y me agrega al facebook mientras me abraza para quitarme el frio. Tú sales con mi amiga a buscarnos, no sé cuánto tiempo pasó pero sé que no fue mucho. Te despides, tu amigo también y me da un beso de esos que ni siquiera se pueden llamar besos, más bien un me dio gusto conocerte. Adiós, lo más probable es que no volvamos a vernos nunca...
La sorpresa es que al otro día me encuentro un mensaje en mi facebook de tu amigo. Se acordó de mi, yo me acuerdo de él a ratos, del beso que no fue beso, me duele la cabeza y no pienso y se me va la memoria. Tu amigo me dice después que va de vuelta a su ciudad y que no podrá regresar antes de que nosotros regresemos a la nuestra... Ni modo, pensé, y te agrego yo a mi lista de amigos. Tú sí andarás por la ciudad, quedas en llamarnos en cuanto puedas. A mi se me olvida hasta que veo un nuevo mensaje tuyo; si quieren nos vemos el lunes, sí, sí quiero.Y es así, te veo el lunes esperando en el mismo bar donde te conocí días atrás, no te lo digo pero me gusta cómo se te ve ese abrigo negro tan newyorkino. Te improvisas un tour, me invitas un té en Chinatown, nos paseas por el metro mientras me platicas de tus sueños todavía un poco de niño y yo te entiendo mejor de lo que crees, tu mirada me dice que quizá lo sabes. Quieres acercarte pero nos sobra mi amiga y tal vez nos sobra también tu amigo aunque esté a miles de millas de distancia. Y luego nos llevas a escondidas a la azotea del edificio donde trabajas, justo arriba de Grand Central Terminal, para que veamos las luces de Nueva York desde uno de sus rascacielos. El viento helado me pega en la cara y más que nunca me gustaría que estuviéramos solos para poder besarte como en las películas, y quizá en una de esas hasta empezaría a nevar y yo te diría que lo que acabas de hacer es lo más romántico que me ha pasado en la vida... Nos llevas a cenar, luego por unos tragos. Sonríes, yo también. Te conozco, sabes? de alguna otra parte. Tal vez fuiste el deseo que pedí al dar las doce cumplido a medias. Nos llevas al hotel y de camino, sacas al tema a tu amigo. Mi amiga dice que ella, esa noche en el bar, siempre pensó que eras tú el que habías querido besarme. Tú te sonrojas y mientes, dices que no, que sólo estabas siendo un buen amigo, y me preguntas que pasó en ese tiempo en el que tu amigo y yo estuvimos afuera. Nada, dije, el 'beso' que viste fue lo único que pasó. Te sorprendes, seguro pensaste que había habido más y por eso tu razón de guardar distancias... pero ya es demasiado tarde. Me abrazas, mi avión sale mañana y mi amiga no se nos despega. Adiós, ahora sí adiós. Te veo irte sabiendo que es probable que esa sea la última vez que te vea.
Adiós. Me llevo una de las mejores noches de mi vida, un momento como de película y un beso guardado que tenía tu nombre, al cual no se lo pienso cambiar nunca.
Esa noche, enredada entre las sábanas frías del hotel en Times Square, lloro un poquito de felicidad y un poquito de tristeza porque creo que jamás entenderé cómo funciona ese destino que se hace llamar para mi.
Después de un año que estuvo medio de la mierda llega casi sin que nos demos cuenta, otra Navidad. Y no, no me quejo porque al final de todo tengo a mi familia hermosa, amigos que me demuestran que por más que intente desaparecerme ellos siempre van a estar ahi cuando los necesite, un clóset cada vez más lleno de ropa linda, anécdotas increíbles de viajes, muchos planes que me hacen mucha ilusión para el futuro, un gatito rayado mordelón pero precioso, y sobre todo, un sentimiento que hace mucho ya no me acompañaba y que se traduce en las ganas de ver qué me depara el destino.
Así que con todo lo grinch que soy y lo mucho que despotrico contra éstas épocas, les quiero desear a todos muy felices fiestas. Quizá esta Navidad gracias a la crisis no habrá muchos regalos abajo del árbol, pero lo importante es que estamos todos y podemos quejarnos juntos. Ojalá todos tengamos un muy próspero año nuevo lleno de cosas buenas: de salud, sobre todo, de trabajo, de dinero, de viajes, de satisfacciones, de éxitos, de amores, de alegrías, de buenos amigos, de anécdotas, de aventuras, de risas, de cambios, de ciudades nuevas...
Y a brindar, gente, por todo lo bueno que viene. Por que ahí viene!
Muy feliz Navidad y año Nuevo!!
Después de varias horas de viaje, el aire helado me pega en la cara pero no tengo frío. Jalo mis maletas con trabajo y espero al taxi, esta vez no tengo miedo, siento algo raro. Media hora de un camino nublado y llego a la casa donde me reciben mis tres niños adorados y su perro, la "Chacha". Adentro de la casa hace calor, yo me sigo sintiendo extraña, no reconozco el sentimiento. Después de un rato llega mi prima y me recibe con un abrazo y algo de comer, me muero de hambre, con eso de la crisis ya no dan comida en los aviones. Y con una ensalada de pollo empieza mi estancia en San Francisco, donde me paseo por las calles y por las tiendas adornadas de Navidad como si hubiera vivido ahí toda mi vida. Me llevan a cenar, a comer, al zoológico y hasta Six Flags. Me cuentan historias, me dicen qué visitar, a dónde no puedo dejar de ir. Yo camino sola muchas veces, me detengo en aparadores, me pruebo ropa que sé que no podría pagar nunca pero no me importa, había pasado mucho tiempo desde que me había sentido así de bonita. Respiro profundo y siento que me llega el aire a los pulmones. El paisaje ayuda, la niebla disipa mis miedos. Y la risa de mis niños, también. Me acompañan espíritus que me habían abandonado hace mucho, que quizá se habían cansado del tráfico de la ciudad de México. Y mis sueños perdidos empiezan a verse un poquito más claros. Por unos cuantos días, vuelvo a creer que hay cosas buenas que me están esperando. Quién me iba a decir a mi que tan lejos de casa me iba a sentir, por fin, en mi hogar.
Y luego, así caminando por Chesnut St., siento de pronto un a emoción extraña que me dice por ahí cerca anda el amor que perdí una noche hace muchas vidas. No lo busco porque sé que me está esperando, pero por mientras le pongo la cara de mi vampiro personal. Sé que algún día regresaré a esa calle donde el pavimento brilla como su piel al sol para encontrarlo ya para siempre. Y el día que mi prima me deja en el aeropuerto, lloro inconsolablemente sin saber bien de dónde me sale tanta tristeza. Cuatro horas y media más tarde, me cae toda la nata de contaminación encima cuando aterrizo en el D.F., y vuelvo a cargar con ese peso insoportable que no sé de dónde viene, con esa soledad inexplicable que me persigue todo el tiempo, con esa angustia que no me deja dormir...
Es en una de esas noches de insomnio insoportable, cuando me doy cuenta de qué era aquel sentimiento que me invadió a tantos kilómetros de mi ciudad que ya no es mia, en un lugar donde el idioma, las costumbres, la gente y el paisaje es otro...
Ese sentimiento extraño era nada más y nada menos que paz.
Perdón por no escribir. Andaba perdida, me fui lejos, allá me encontré de nuevo y que regreso y que me vuelvo a perder. Justo cuando aterrizó el avión fue como si toda la contaminación y el tráfico del DF me hubieran caído concentrados en la espalda y me hubieran pintado de su color: gris. Allá, en cambio, anduve feliz, brillando con una sonrisota en la boca. Allá los caminos nuevos y desconocidos me llevaban todos a lugares mejores. Allá tan lejos de todo lo que conozco, encontré un lugar a donde sentía pertenecer, con todo y su gente extraña y su idioma extraño y su cambio de horario, con todo y todo. Aquí ya no soy.
Sueño con vampiros, con volver a la escuela, con cambiar de trabajo, con combinaciones de ropa y tal vez, en un futuro algo lejano, con una boda en la playa. A ver qué me trae el destino. Hoy ando tristeando, parece que ya es lo único que sé hacer aquí.
Quiero vivir una historia diferente... sáquenme de aqui!!!