lunes, diciembre 08, 2008

Feels like home.


Después de varias horas de viaje, el aire helado me pega en la cara pero no tengo frío. Jalo mis maletas con trabajo y espero al taxi, esta vez no tengo miedo, siento algo raro. Media hora de un camino nublado y llego a la casa donde me reciben mis tres niños adorados y su perro, la "Chacha". Adentro de la casa hace calor, yo me sigo sintiendo extraña, no reconozco el sentimiento. Después de un rato llega mi prima y me recibe con un abrazo y algo de comer, me muero de hambre, con eso de la crisis ya no dan comida en los aviones. Y con una ensalada de pollo empieza mi estancia en San Francisco, donde me paseo por las calles y por las tiendas adornadas de Navidad como si hubiera vivido ahí toda mi vida. Me llevan a cenar, a comer, al zoológico y hasta Six Flags. Me cuentan historias, me dicen qué visitar, a dónde no puedo dejar de ir. Yo camino sola muchas veces, me detengo en aparadores, me pruebo ropa que sé que no podría pagar nunca pero no me importa, había pasado mucho tiempo desde que me había sentido así de bonita. Respiro profundo y siento que me llega el aire a los pulmones. El paisaje ayuda, la niebla disipa mis miedos. Y la risa de mis niños, también. Me acompañan espíritus que me habían abandonado hace mucho, que quizá se habían cansado del tráfico de la ciudad de México. Y mis sueños perdidos empiezan a verse un poquito más claros. Por unos cuantos días, vuelvo a creer que hay cosas buenas que me están esperando. Quién me iba a decir a mi que tan lejos de casa me iba a sentir, por fin, en mi hogar.

Y luego, así caminando por Chesnut St., siento de pronto un a emoción extraña que me dice por ahí cerca anda el amor que perdí una noche hace muchas vidas. No lo busco porque sé que me está esperando, pero por mientras le pongo la cara de mi vampiro personal. Sé que algún día regresaré a esa calle donde el pavimento brilla como su piel al sol para encontrarlo ya para siempre. Y el día que mi prima me deja en el aeropuerto, lloro inconsolablemente sin saber bien de dónde me sale tanta tristeza. Cuatro horas y media más tarde, me cae toda la nata de contaminación encima cuando aterrizo en el D.F., y vuelvo a cargar con ese peso insoportable que no sé de dónde viene, con esa soledad inexplicable que me persigue todo el tiempo, con esa angustia que no me deja dormir...

Es en una de esas noches de insomnio insoportable, cuando me doy cuenta de qué era aquel sentimiento que me invadió a tantos kilómetros de mi ciudad que ya no es mia, en un lugar donde el idioma, las costumbres, la gente y el paisaje es otro...

Ese sentimiento extraño era nada más y nada menos que paz.

10 comentarios:

Yana!!... dijo...

comienza a buscar esa felicidad de nuevo... viaja mas y sonrie mas =)

silvestre dijo...

Porque algunos lo hemos sentido, hace algún tiempo, parafraseando a la Mastretta escribí:

“Algo de mí había estado ya en esa plaza. No sé si la cabeza, los pies o el corazón de algún abuelo, si la enagua o las fantasías de una bisabuela blanquísima.
No sé si el ansia aventurera del hombre que me contaban los relatos de mi padre, que al ir a comprar, garbanzo o papas, dio con algún amigo que le propuso irse de viaje para tener en la boca algo más que un puchero a la semana y así llegó sin más que sus manos a Veracruz donde comenzó a comerciar con lo usado que encontraba en los caminos, hasta encontrar, en las entrañas de un viejo sillón, puñados de billetes guardados por alguna vieja viuda que murió sin heredar ni comentar su fortuna y pasó así a ser el cimiento de lo que mi abuelo comenzó.
No sé si el temor o la audacia de una mujer prodigando su amor como quien canta, si la imaginación de un niño o el sueño de un gitano. No sé si todo eso, o lo que intuía me hizo decir sin más: aquí yo ya estuve; este lugar fue mío antes de mirarlo, y bajo el cielo rectangular de esta plaza en silencio ya anduvieron mis pies.

Austera, pobre, con los rincones sucios y el olor a viejo que aun tenía la España de aquellos años, la plaza del pueblo tenía recuerdos y oía las viejas canciones de antes; y también estaba ella segura de que habría un futuro, de modo que al sentirlo pasé toda la tarde mirándola. Estuve ahí cuando el rectángulo de cielo era azul, estuve ahí cuando se fue haciendo naranja y estuve ahí cuando se volvió morado y gris y me quedé cuando detrás de sus muros comenzaron a brotar las estrellas.”
Que bueno que puedas irte pronto a seguir buscando la paz, para eso se necesitan arrestos.

Kvvanchai dijo...

A veces se tiene que salir de la tempestad para observar desde afuera el huracán, y encontrar las respuestas a las preguntas que parecían incontestables. Y se siente paz. Mucha paz. Esa paz que se siente incluso estando perdido en una ciudad desconocida, solo, a punto de anochecer y con un plano de la ciudad que no muestra el nombre de sus calles ni callejones. Y si crees que ya no encuentras qué más hacer en esta "Ciudad de los Palacios", piensa de nuevo... ¡Todavía tienes muchas anécdotas que contarnos! Y tienes muchos seguidores que nos interesa leerte... ¡Ánimo! "Si lloras por no haber visto el Sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas..." 0=¬)

Dr. Mille Miglia dijo...

habrá algo mejor para ti ahi afuera, no desesperes...

Ricardo Santos dijo...

quiero viajar. pa la próxima me llevas?

Marlenne Magallanes dijo...

Me gustó la foto de tu perfil.
Es muy...marmota...

Ninja Peruano dijo...

Hay hermana, eres tan emo...

Ya, te nos vas a SF, relájate pensando en la buena vida que te espera

Said dijo...

Me suena... me suena... dónde lo he sentido?

Besos! Feliz viaje!

Azul... dijo...

¿Y por qué no te planteas irte a San Francisco a vivir??? Digo... :)

Un beso enormísimo!

rolando dijo...

No te dare palabras de aliento, lo que si te puedo decir es que disfrutes todo lo que puedas estando en cualquier parte!

P.D se féliz!