miércoles, febrero 06, 2008

Post gatuno.


Hace rato me platicaba una amiga que le acaban de regalar un perrito, y a partir de eso empezamos a hablar de mascotas. Yo en estos momentos sólo tengo un pecesito beta que me regalaron la navidad pasada, pero en mis infancias tuve de todo: conejos, patos, tortugas, ranas, loros, un perro y por supuesto muchos gatos, que siempre han sido mi adoración; pero sin duda, hubo tres que son los que recuerdo con más cariño, mis tres consentidos: Zamora, Morris y el Patas.

Zamora era un gato negro enoooooorme, lindísimo. Era el gato más bueno y quieto del mundo, pero cuando tenía como poco más de un año mi vecina loca lo envenenó porque decía que le estaba tirando su barda (WTF??). Yo lloré como tres días seguidos y a raíz de que mi prima Natalia me vio tan triste fue y se madreó a la vecina loca, y mi mamá tuvo que ir citada a la delegación como por los siguientes tres años, pero valió la pena. Como diez años después de aquella desventura, la vecina loca se murió en su casa sola y desamparada y nadie se enteró hasta como una semana después. Eso le pasa por meterse con mi gato (y con mi prima y con mi mamá).

Luego, Morris era el hermano de Zamora. Era gris de rayitas y tenía una carita preciosa, además de ser un cabrón. Me acuerdo que se metía a escondidas a la casa y se subía en chinga al estudio donde yo todas las tardes hacía mi tarea, antes de que mi mamá o mi abuela lo cacharan. Ahí me pedía permiso para subirse en mis piernas y se quedaba dormido hecho rollo hasta que yo terminaba. Algunas noches que andaba de ocioso se metía por la ventana de mi cuarto y luego se iba a parar a la cabecera de la cama de mis papás donde se le quedaba viendo fijamente a mi mamá hasta que la despertaba, obviamente pegándole un susto de aquellos y hacía que saliera a perseguirlo chancla en mano. Cuando Morris tenía como ocho años, se volvió un gato obeso que parecía león de la papada que tenía, y era todo un show verlo subir las escaleras (se parecía a la Moncha con su pacho-a-pachito)... Un buen día, mi Morris decidió salirse de la casa e irse a perseguir quién sabe qué a quién sabe donde, y yo desde entonces lo extraño muchísimo hecho rollito en mis piernas todas las tardes que me esperaba paciente, ronroneando, hasta que terminara de estudiar.

Y bueno, el Patas, mi último favorito, era todo un personaje. El era hijo de Zamora, y en la camada que nació todos sus hermanos eran negros menos él, que tenía las patas, la panza y las cejas blancas, de ahí su nombre. Tenía el pelo largo y siempre andaba todo cochino y despeinado, con los bigotes llenos de telarañas de quién sabe qué lugares a donde se metía a investigar, porque aaaah como era metiche. El día que vinieron las personas a las que les habíamos regalado la camada de gatitos a recogerlos, el Patas se escondió atrás del refrigerador y como nunca pudimos sacarlo ps decidimos quedárnoslo. Un día, cuando era todavía chiquito, fueron a cambiar el tanque de gas de mi casa y se asustó tanto que se metió en el motor del coche, pero se quedó ahí y cuando mi papá lo encendió salió el pobrecito corriendo con una patita muy mal, que se le había quedado atorada entre una de las bandas del motor. El veterinario le recetó no sé cuántas medicinas y lo teníamos que tener encerrado para que no se le fuera a infectar la pata, entonces todas las mañanas mi mamá (que antes de él ODIABA a los gatos) le preparaba sus albóndigas con medicina y se las ponía en un platito de esos de unicel. Supimos que estaba bien el día que empezó a destrozar los platitos y a echar uno por uno los pedazos por abajo de la puerta de donde lo teníamos encerrado. De ahí, no saben como se encariñó el gato con mi mamá y mi mamá con el gato. Diario cuando mi mamá salía a barrer, Patas se esperaba a que terminara para irse a revolcar en la basura, y luego iba y se ponía de panza abajo de la escoba de mi mamá para que lo barriera, dándose vueltas hasta que quedaba "limpio". Así estuvo con nosotros como dos años, pero como Morris era el macho dominante de la casa, un día el Patas se fue, y regresaba de vez en cuando, asomándose por la azotea con sus patitas blancas cruzadas, y se ponía a maullar hasta que salía mi mamá a saludarlo, y entonces se volvía a ir. Un día ya no regresó.

Yo desde que se me fueron todos ellos no saben cómo he querido tener otro gato a ver si llena un poquito el huecote que me dejaron estos tres... pero mi mamá, cada vez que se lo pido, me dice:
"No, otro gato no, porque ninguno va a volver a ser como Patas..."
Y casi se le sale una lagrimita al acordarse de él.

12 comentarios:

Ninja Peruano dijo...

Aww, hasta a mi casi se me sale una lagrima... yo tambien adoraba a esos 3 gatos... sobre todo a zamora. Pinche vieja loca, ojala se este pudriendo en el infierno de los chinos.

Moncha dijo...

Ay que bueno que se murió sola la pinche vecina.

Yo tuve un pato, te acuerdas?? y lloré y lloré cuando me tuve que deshacer de él. Por eso ahora tengo haaaartos perros.

Ricardo Santos dijo...

cómo sé el sexo de un gato?

es que acabo de adoptar uno que se la pasa en la ventana de la casa y como no se le ve el paquete no tengo la menor idea.

Vain¡lla dijo...

Quebo: Qué diferencia hay entre el infierno de nosotros y el infierno de los chinos? estará meas lleno, nada más?... Como sea, ojalá la Tlacuacha esté ahí.

Moncha: El patotitooooo!!! Cómo no acordarme de él...

Choko: Cuando son chiquitos es difícil distinguir si son machos o hembras, la verdad es que sólo los veterinarios los saben distinguir bien...

Ninja Peruano dijo...

Simple, el paraiso de los chinos huele a ginseng... y a almas en pena.

Nandush dijo...

Buaaaaa q triste!!!

Pinche vieja. Pero esta historia nos enseña q hay un Dios...!!!!

Millhouse dijo...

La verdad no lei el post, no me gustan los post con gatos, ni las casas con gatos, ni las mujeres con gatos. Un dia tuve un perico, y muchos perros, al otro día ya no.

Moncha dijo...

Oigan, solo quiero aclarar que me parezco al Morris en las pocas facultades que últimamente tengo para caminar, no porque tenga papada de león....ehhh????

Gracias Andrea, por poner en riesgo el poco prestigio que me queda con tremendas comparaciones...chale.

rolando dijo...

Inche ruca la de tu vecina, seguro y el Zamora estara jugando con ella..

Yo tuve una iguana que pues no duro tanto creo que murio de frio o quizas de hambre... =(

Traumatismo dijo...

Awww Que linda historia! La verdad yo nunca he tenido un gato, pero me he rodeado de mucha gente que si, y a pesar de que debo decir que prefiero a los perros, he escuchado muchas historias acerca de gatitos; unas bonitas, otras cagadas y otras tristes, pero siempre me han dejado buen sabor de boca. Por lo que el gato, desde hace tiempo, se ha convertido en uno de mis animales favoritos.

Buen Blog por cierto.

Saludos!

Azul... dijo...

Una ternura de relato, Andreíta bella. Me hiciste recordar a mi Fedor, un siamés, que tuve que dejar en Caracas cuando me vine a España a vivir (ayer hicieron 5 años snif)

Te mando un besote, gracias por tu coment en Azules, espero estar de regreso más pronto que tarde :)

Vain¡lla dijo...

Rolando: De hambreee??? jajaja pobre iguana!!

Traumatismo: Gracias por visitar mi blog!! La verdad es que a mi los gatos se me hacen muy buenas mascotas, si te gustan y puedes, no dudes en adoptar o comprarte uno...

Azul: Verdad que los gatos son la onda???...
Esperamos pronto tu regreso!!! Muchos besos!