lunes, agosto 25, 2008

La única.

Dos timbrazos cada domingo a las cinco de la tarde anunciaban su llegada. 'Cómo está mi única?' decía, con una sonrisa pintada en los labios mientras yo lo abrazaba. Y es que a mi abuelo lo conocí poco, pero suficiente. Supe que me demostraba su gran cariño acordándose de traerme cada domingo el queso doble crema que me encantaba, y que yo era su favorita porque era a mi a la única a la que miraba con nostalgia. 'Por qué "'la única", abuelo?'... / 'Pues porque tú vas a ser la única que me llore cuando me muera' me decía, triste. Así era él, por lo menos de lo que yo me acuerdo: un hombre viejo y triste. Triste porque había hecho algunas cosas malas en la vida y porque le había tocado pagar las consecuencias. Pero yo a ese hombre no lo conocí, yo sólo conocí al hombre alto y fuerte que era mi abuelo, al más tierno y frágil ingeniero civil, al que nunca se equivocaba cuando le tocaba contestar algo jugando Maratón, al que se enojaba si alguien sí lo hacía. Y así lo quería mucho mucho. Y así lo vi irse cansando de estar en este mundo, así lo vi dejarse ir poco a poco, entregarse al cansancio, a la vejez, a la melancolía de sus años que no iban a regresar nunca. Y así supe también el momento exacto en el que se dio cuenta que sus recuerdos estaban más lindos y más brillantes que sus últimas realidades y decidió que su tiempo aquí ya había sido suficiente, y que quería ir a reunirse con sus amigos y familiares que se le habían adelantado porque aquí ya había empezado a sentirse solo. Fue así como un día de diciembre de hace ya muchos años se cansó y se fue despacito, como de puntitas para no hacer mucho ruido, en medio de preparativos navideños, escarchas, frío y luces de colores a la mitad de una cama de hospital.

Ha pasado mucho tiempo desde esa madrugada, abuelo, pero aún me gusta pensar que tú creías que yo era 'tu única' por alguna otra razón aparte de la que me dijiste ese día cuando todavía era una niña, y que te gustaba guardarla en secreto porque sabías que yo sabía.
Además, creo que tú fuiste testigo que yo no fui la única que te lloró ese día, y que aún sientes que te extraño, y que me gusta pensar que me andas cuidando, y que siento también que estás conmigo cada vez que me doy un madrazo o que me duele el corazón porque hace frío, y que sé que me sonríes con esa sonrisa nostálgica y cómplice que sólo tenías para mi, y que con eso a veces tengo suficiente para sentir que no estoy sola. Así que abuelo, espero que desde allá donde andes me construyas un camino para seguir, tú que eras tan bueno para eso, porque desde hace mucho, mucho ya, me ando perdiendo en cada esquina.

Te quiero abuelo. Y me haces falta.
Con cariño,

Tu única.

9 comentarios:

Ninja Peruano dijo...

Caray... ya no me acordaba del abuelo.

Carajo! Parece que después de semanas y semanas de tratar de superar nostalgias, algo llega que me vuelve a tirar...

Por cierto... gracias por hacerme sentir como que no me quería... ¬_¬

Vain¡lla dijo...

Por eso, yo era su consentida y tú no.

Verynice dijo...

Que lindo post Andreita! Estoy segurisima que esta cerca de ti, y como siempre te he dicho, cuando crees que todo esta super oscuro y no sabes ni para donde caminar, se ilumina increblemente tu camino y eso es cosa de aquellos que te cuidan con tanto cariño como tus abuelos.
Hiciste acordarme tambien de los míos, en especial el papá de mi mamá porque aunque yo no me acuerdo nada de él, siempre he platicado con él desde que era niña y le he escrito sabiendo que me escucha y me ayuda en los momentos mas difíciles.
te quiero mucho!!!!

P.D. Hermano de Andreita, seguro algo te decía o tenía algun detalle pero eras muy pequeño y no lo recuerdas.

Verynice dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
silvestre dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miguel Matus dijo...

Que bonito escribes. Haces sentir a uno...melancólico.Aparecen con tus letras tu ternura,tu niña bonita, tu fragilidad escondida en tu seguridad de mujer. Gracias

Vain¡lla dijo...

Gracias a tí, tío. Quee gusto que me leas.

Said dijo...

Afortunadamente yo no era el consentido de mi abuelo (materno), sino que fuimos, los 4, sus consentidos. Todos los hijos de su hija menor.

Imagino que más mi hermana... pero siempre tengo buenos recuerdos de él, nos compraba balones de fut, llevaba a pasear, compraba nieves...

Fue el primer familar cercano y querido que tuve que ver morir. Todavía recuerdo, yo contesté el teléfono...

Hace mucho pensaba que había sido muy afortunado al morir como lo hizo: dormido, en el patio de su casa, con su hermana, esposa e hija muy cerca. Ahora, espero que sea para mi despierto. Tuvo muchas dolencias por muchos años, siempre lo conocí sordo.

También pagó su factura y siempre me pregunto cuál será la mía.

Puedo escribir mucho, muchísimo más...

Saludos!

Vain¡lla dijo...

Yo ni quiero pensar cuál va a ser mi cuota.
Mejor me hago como que no me doy cuenta, jajaja.