Por qué será que te pienso tanto..?
Hablas otro idioma, vives en otro país, te llevo varios años de realidad y creo que en esta vida casi ni te conozco...
Y aún así, ahi has estado cuando nadie más estuvo. Cuando más necesitaba un amigo, una hora más adelante estuviste siempre.
Y me entiendes aunque no me sepa explicar del todo. Y cuando lloro, aunque no me ves lo sabes, y haces algún chiste para sacarme una sonrisa. No sé cómo le haces, pero siempre lo logras de larga distancia.
Con todos esos años menos, me sorprendes.
Y como no averiguo todavía cómo decírtelo ni sé si me atrevería, te dedico este post que sé que no verás nunca, y que aunque lo vieras no lograrías entenderlo.
Gracias.
Sigue ahi, conectado. No me abandones. Dame fuerzas.
Algún día acortaremos distancias.
No te conozco y sí, porque aveces no entiendo cómo juega la vida. Te encuentro en el lugar menos indicado, cuando menos lo espero y cuando menos te busco. Tú estás con tu amigo, yo con mi amiga y tu amigo empieza la conversación con un pretexto tonto pero tierno. Se me van las horas y se me pasan las copas, a final de cuentas estoy en una ciudad nueva buscando ese no se qué que tanta falta me hace y que me hace dejar de contar los tragos. Tu amigo no encuentra señal adentro del bar, quiere apuntar en su iphone mi mail y sale, pidiéndome que lo acompañe. Afuera hace mucho frío pero todo el alcohol en mi sangre me ayuda a no congelarme. Tu amigo por fin encuentra señal en su iphone y me agrega al facebook mientras me abraza para quitarme el frio. Tú sales con mi amiga a buscarnos, no sé cuánto tiempo pasó pero sé que no fue mucho. Te despides, tu amigo también y me da un beso de esos que ni siquiera se pueden llamar besos, más bien un me dio gusto conocerte. Adiós, lo más probable es que no volvamos a vernos nunca...
La sorpresa es que al otro día me encuentro un mensaje en mi facebook de tu amigo. Se acordó de mi, yo me acuerdo de él a ratos, del beso que no fue beso, me duele la cabeza y no pienso y se me va la memoria. Tu amigo me dice después que va de vuelta a su ciudad y que no podrá regresar antes de que nosotros regresemos a la nuestra... Ni modo, pensé, y te agrego yo a mi lista de amigos. Tú sí andarás por la ciudad, quedas en llamarnos en cuanto puedas. A mi se me olvida hasta que veo un nuevo mensaje tuyo; si quieren nos vemos el lunes, sí, sí quiero.Y es así, te veo el lunes esperando en el mismo bar donde te conocí días atrás, no te lo digo pero me gusta cómo se te ve ese abrigo negro tan newyorkino. Te improvisas un tour, me invitas un té en Chinatown, nos paseas por el metro mientras me platicas de tus sueños todavía un poco de niño y yo te entiendo mejor de lo que crees, tu mirada me dice que quizá lo sabes. Quieres acercarte pero nos sobra mi amiga y tal vez nos sobra también tu amigo aunque esté a miles de millas de distancia. Y luego nos llevas a escondidas a la azotea del edificio donde trabajas, justo arriba de Grand Central Terminal, para que veamos las luces de Nueva York desde uno de sus rascacielos. El viento helado me pega en la cara y más que nunca me gustaría que estuviéramos solos para poder besarte como en las películas, y quizá en una de esas hasta empezaría a nevar y yo te diría que lo que acabas de hacer es lo más romántico que me ha pasado en la vida... Nos llevas a cenar, luego por unos tragos. Sonríes, yo también. Te conozco, sabes? de alguna otra parte. Tal vez fuiste el deseo que pedí al dar las doce cumplido a medias. Nos llevas al hotel y de camino, sacas al tema a tu amigo. Mi amiga dice que ella, esa noche en el bar, siempre pensó que eras tú el que habías querido besarme. Tú te sonrojas y mientes, dices que no, que sólo estabas siendo un buen amigo, y me preguntas que pasó en ese tiempo en el que tu amigo y yo estuvimos afuera. Nada, dije, el 'beso' que viste fue lo único que pasó. Te sorprendes, seguro pensaste que había habido más y por eso tu razón de guardar distancias... pero ya es demasiado tarde. Me abrazas, mi avión sale mañana y mi amiga no se nos despega. Adiós, ahora sí adiós. Te veo irte sabiendo que es probable que esa sea la última vez que te vea.
Adiós. Me llevo una de las mejores noches de mi vida, un momento como de película y un beso guardado que tenía tu nombre, al cual no se lo pienso cambiar nunca.
Esa noche, enredada entre las sábanas frías del hotel en Times Square, lloro un poquito de felicidad y un poquito de tristeza porque creo que jamás entenderé cómo funciona ese destino que se hace llamar para mi.